jueves, 24 de septiembre de 2009

Influencias

Algunos dicen que las influencias no existen. Que son sólo formas perversas de ocultar el plagio. Yo les digo que los lleve mandinga. Las influencias existen y son increíbles disparadores.
Hace unos minutos escribí algo en verdades y hace un par de minutos, la rubia del avión me escribió esto. No se pongan celosos muchachos, pero esta vez me tocó a mí. Con ustedes, Anto Pomodoro:

Voy

Voy a vivir. Voy a hacer un esfuerzo mental. Voy a dar una caminata lunar. Voy a explotar en perfume y color. Voy a perderme en fantasías, en sueños turbulentos, en juegos prohibidos y en planes sangrientos. Voy a descansar bajo el cerezo en este juego de paciencia. Voy a invadir jardines privados donde florezca el nomeolvides. Voy a desconfiar de los hombres encantadores. Voy a arrancarme los auriculares y dejar que todos nuestros besos salgan del armario. Voy a entregarte la medida exacta de placer, y a organizar tu discreta sepultura. Voy a criticar los viejos mitos burgueses de la felicidad. Voy a convidarte postres que reinventaré en verano. Voy a conservar esto, esto tan imperfecto. Voy a volver a vivir en mi próxima vida siendo dulce y exótica.

La Rubia...

Vengo

Vengo del sol. De amores rotos sin desconsuelos. Vengo de cantar zambas melancólicas que queman los huesos. Vengo de dolores desalmados, de caricias que no existen, de muñecas que lloran a la soledad. Vengo de ahí y mucho más. Vengo del mar. De donde la gente sin sangre hiere las venas de este hermoso atardecer. Vengo del sur, de fríos sentimientos, fríos resentimientos. Vengo del norte, de laderas infértiles, de reminiscencias absurdas. Vengo del centro, de ahí donde la vida es más dulce, donde la vergüenza es absurda, donde las tristezas chacareras. Vengo de la ciudad, de montañas de ladrillo visto, de anzuelos de amoríos baratos, de tristezas infinitas a la luz de un tubo fluorescente. Vengo y no vengo. Vengo y si puedo me voy.