domingo, 23 de marzo de 2008

Un domingo como cualquier otro

Hoy me levanté con esa amarga sensación de que no lo tendría que haber hecho. Estaba soñando con mi antigua casa de campo, aquel lugar donde disfrutaba del mundo, o tal vez soñaba con ese perro que supe tener en los años de mi infancia. Realmente no lo sé. Me acordé de que tenía que vivir, abrí un ojo y no quise salir al mundo. Me quedé un ratito más, pero en algún punto siempre supe que era tarde.

Me levanté, me bañe para estar de mejor humor pero no funcionó. Intento fallido.

Salí a la calle a ver ese sol que hacía tanto no encontraba y me quedé un rato pensando en qué iba a hacer durante el día. Ahí descubrí que para sobrevivir a él debía huir de casa porque el horno no estaba para bollos. Levanté la vista y descubrí un cortejo fúnebre.

Me puse a pensar a dónde podía escapar y no encontré un paradero. Estaba destinado a quedarme en casa y sufrir las hostilidades de mi loca familia. Llegó mi abuela y me deprimí más aún cuando dijo que estaba gordo, ella siempre aportando esos comentarios que te ayudan con tu autoestima.

Fumé el primer cigarrillo de la mañana y disfruté de cada bocanada, hasta que llegó mi padre diciendo: “Estás fumando mucho vos, te vas a cagar muriendo”. Arruinó mi momento de placer y se fue. Apagué el pucho, levanté mi pesado cuerpo del sillón y fui a comer.

El día transcurrió y yo no pude escapar.

Intento cambiarlos, pero los domingos son así. Fríos, solitarios, lluviosos, desagradables e incomprensibles.

lunes, 3 de marzo de 2008

¿Viste cuando el mundo se te viene encima?

En este caso voy a reciclar un post de fotolog que viene bárbaro para este momento:

¿Viste cuando el mundo se te viene encima y no lo ves? Cuando llega tenés que poner las manos y decir: ¡Que sea lo que dios quiera! Te afirmas al piso, doblas las rodillas para resistir el impacto y lo agarras. Sudando contenés la respiración contás hasta diez y si todo sale bien y las estrellas se alinean a tu favor, lo volvés a tirar a la orbita para que se deje de joder hasta que vuelva de nuevo. La próxima vez jurás que vas a mirar al cielo para prevenir esa maldita nostalgia de no saber que mierda va a pasar: si lo vas a poder contener, si lo vas a esquivar y dejar que se haga mierda contra el piso o simplemente vas a dejar que te aplaste.