martes, 27 de octubre de 2009

Julieta, de nuevo Julieta.

Y si le gusta andar por la vida con los cordones desatados ¿qué? Nadie es dueño de juzgar decisiones equívocas. Y ahí sigue y seguirá, con el corazón en la mano. Lleno de agujeritos, esperando al buen cirujano que nunca supe ser. Abrazarla es consuelo de tontos y besarla… Besarla es una utopía… ¿desangrante? Desangrante podría ser.
Me conformo con ver su helado derritiéndose en el culo de un vaso interminable. Lleno de dudas. Dudas que tal vez, algún día, en algún lugar, en algún momento, descifraré. Verla caminar con aires de libertad me llena el corazón y vacía mis bolsillos. Desvivirse suena bien. Tal vez en otro momento.
Cabe la duda ante cualquier ocasión, pero saber que alguien la peleó para vivir, contempla todas mis aprobaciones. Después de todo, sus caprichos y su ciclotimia calman mis ansias de protegerla. Nunca mejor dicho: Desvivirse suena bien. Tal vez, este es el momento.

jueves, 8 de octubre de 2009

Historias de Taxis

Y seguimos con la modalidad Arjona. A pesar de todo lo que digo sobre él, tiene una capacidad excepcional de entender y sacarle jugo a muchas situaciones cotidianas. Con marcadas excepciones ¿De vez en mes una cigüeña se suicida? En fin, pequeños defasajes de nuestro querido cantautor.
Y si de vez en mes una cigüeña se suicida, seguramente que un taxista le hace el amor a una mujer ricachona varias veces más. Todo este pensamiento sobre Arjona, nace precisamente ahí. En un taxi. Ayer tuve un accidente en mi ojo izquierdo mientras trabajaba y tuve que tomarme un taxi hasta el oftalmólogo. Me subí y empezamos a conversar. Ahí até cabos y dije: voy a escribir en verdades sobre esto.
Descubrí que siempre que me subo a un taxi me pasa lo mismo. Saludo, digo la dirección a donde voy y empiezo a tirarle la lengua al conductor. Hay algunos cortantes que no quieren hablar. Pero la mayoría, si le diste un poquito de pie, no paran. Por lo general se comienza por un tema que los atañe todos los días: El Tráfico. Obviamente, desparraman enojos, caemos evidentemente en el meollo del asunto: El intendente de turno. De ahí pasamos al gobernador, que no deja ejercer al intendente. Y del presidente que no deja llevar a cabo sus ideas al gobernador. Es una cadena compulsiva que se repite de taxi en taxi.
También encontré cierto patrón horario. Si subís a un taxi un sábado por la noche, la conversación se vuelve un tanto erótica con toques de amistad confidencial. Y así, nos remitimos directamente a lo que canta nuestro queridísimo Ricardo. Todos cuentan algo parecido. O se ponen de acuerdo, o es mera casualidad, o todos los tacheros nocturnos se la cuentan. La cosa es que todos son Machos Latinos. Todos se levantan pasajeras, a todos les pagan, o pagaron, con especias alguna vez. Así, yo también quiero ser taxista. Al final, Arjona tenía razón ¿Qué es lo que hace un taxista seduciendo a la vida?
PD: Escríbanme algunas historias de taxi…