lunes, 22 de diciembre de 2008

El día en que perdí mi dedo gordo

Este no fue el mejor día de mi vida. Digamos que la noche anterior estuve enredado entre apuntes y resúmenes de una materia de dudosa procedencia y a decir verdad me fue como el culo. La cosa es que después de la derrota en la contienda universitaria, fui a trabajar con la cabeza bien en alto pensando en que mis vacaciones habían comenzado. Me cambié, me ensucié y puse manos a la obra. La primer tarea que decido realizar, ¡Paf! Me machuco un dedo, con tanta mala suerte que tenía al señor cliente a mi derecha escuchándome putear. Me acordé de mi mamá, de mi abuela y de mi hermana. El problema es que no me acordé de las estrategias marketineras que uno aprende cuando estudia una carrera como publicidad. Instantáneamente, luego de un par de seguidillas de insultos, gritos, pataleos y miradas raras del cliente, un color violáceo apareció en mi pobre uña machucada. Pensé y concluí: ¡Esto va a doler!

Y sí. Dolió y mucho. Cosa que rozaba, cosa que generaba un inaguantable sufrimiento. La cosa es que todo lo que intentaba hacer se complicaba. Y todo empeoró cuando quise ir al baño a despedir a algunos amigos del interior. (Vale aclarar que a esta sección del relato debería llamarla dedo de mierda, pero debido al caso me pareció un tanto burdo). Entré “cagando” cerré la puerta y cuando me decidía bajar los pantalones me dí cuenta de que tenía que desabrochar el botón del Jean con mi mano e izquierda y con mi pobre dedo gordo machucado (no pregunten por qué no lo hice con la otra mano, cosas del momento). Sin pensarlo junté coraje y le dí rosca al botón. Estaba ahí, de frente al inodoro, cagándome y viendo las estrellas del dolor de dedo que tenía. Para los curiosos: pude desabrochar mi pantalón cuando descubrí que tenía otra mano. Hice mis necesidades y salí pensante y decidido a escribir lo que me había pasado.

Hoy, 22 de diciembre del 2008, gracias a una buena machucada de dedo, descubrí que tengo dedo gordo y que encima sirve para muchas cosas. Así que siento la in esquiva responsabilidad de compartir un consejo en base a mi experiencia: Señor/a lector/a, cuide su dedo gordo. Córtele la uña, hágale masajes, sumérjalo en texturas raras, toque con ese dedo, hágale conocer nuevos tactos, nuevas sensaciones, déle vida a ese hermoso dedo gordo que tiene, porque nunca se sabe cuándo va a terminar escribiendo un relato sin poder apoyarlo sobre la barra espaciadora. No sabe lo incómodo que es.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Verdades de apuntes

La verdad es que no soy muy amante de los apuntes de la universidad. Siempre que puedo escabullirme de ellos lo hago. A veces me topo con resúmenes muy satisfactorios. En otras ocasiones hay amigos muy predispuestos que explican su contenido cinco minutos antes de entrar a rendir. Y por ahí, pero muy de vez en cuando se encuentran exquisitas monografías de estudiantes frustrados por el mismo motivo que me compete en Internet.
Por más que lo intento, los apuntes se me hacen eternos, monótonos y realmente molestos en el bolso. Por eso es que trato de esquivarlos, pero quiera o no, muchas veces tuve que juntar coraje, tragar saliva y sentarme horas al frente de uno para leerlo hasta el final. Y en contadas ocasiones descubrí una especie de patrón que se repetía: Todos los apuntes, TODOS, tienen capítulos, hojas y párrafos que el profesor no pide, que nunca van a tomar y que nunca nadie va a leer. Pensando un poquito más me pregunté: ¿Para qué el profesor se toma el trabajo de armar este apunte y pone temas que nunca va a tomar? Y como siempre divago por ramas en las que debería no meterme… En fin, concluí en que los profesores y los fotocopiadores, son dueños y socios de una organización macabra en búsqueda de nuestro dinero. Estudiantes y estudiantas, no se dejen engañar por estos estafadores del demonio.

martes, 9 de diciembre de 2008

Recuerdos de una época soñada

Hoy, por una de esas casualidades de la vida pensé en vos. Fue raro, porque recordé caricias que no me supiste dar, besos que jamás se encontraron y charlas ficticias interminables que nunca existieron. Quise recordar tu cara y no pude. Tuve muy pocas oportunidades de imprimir tu rostro en una de las hojas en blanco de mi cabeza. Y sigue siendo raro, porque aún hoy, después de tanto tiempo y después de haber pasado por tantos labios insípidos, no puedo olvidar el sabor de una boca que nunca probé.

Hoy, por una de esas casualidades de la vida pensé en vos y concluí en que mi mente divaga por caminos abyectos y me juega malas pasadas. Bromas que no se pueden olvidar o chascos imperdonables que se quedan grabados hasta el día de hoy. Soñar despierto, definitivamente conduce a consecuencias graves.

Pienso en enviarte estas palabras, pero mi orgullo es más grande que mi libertad de expresión. Hoy revuelvo, husmeo y tiro ropa de un placard que se vendió hace ya tiempo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Pretéritos del modo subjuntivo

Bueno, esto se lo debo agradecer a Noti que me educó al respecto y a María Virginia Del Valle de Traslasierras norte que me ayudó a descifrar algunos temas de Luis Miguel.

Remitiéndome a lo escrito anteriormente en mi blog: sobre el tema de “hubiera y hubiese” que se encuentra en la redacción “Dudas existenciales”, comencé a caer en la cuenta de que esta conjugación verbal, que se escribe distinto sin alterar su contenido semántico, es aplicable a un sinfín de verbos, como por ejemplo: Supiera/supiese, bajara/bajase, acostara/acostase. De hecho, se puede aplicar a todos los verbos.
El problema no fue darme cuenta de esto, ya que claro está, me había dado cuenta antes. El inconveniente surge cuando me preguntaba que cuál sería mejor usar si hubiese/hubiera que elegir uno. Casualmente caí en la cuenta de que fonéticamente me agradaba más el sonido de la palabra “hubiese” y automáticamente comencé a conjugar verbos: Cantase, ladrase, conectase, fumase y así sucesivamente hasta que llegué a la palabra supiese. Justo ahí, me di cuenta de que le estaría cagando la vida a Luis Miguel. Por ejemplo, en vez de cantar: “Si tu supieras lo que tu me haces sentir…” debería recopilar todos sus discos donde usó canciones del estilo y grabar nuevamente las frases corregidas, como por ejemplo: “Si tu supieses lo que tu me haces sentir”… Frase que por demás está decir, queda como el culo de Fiona cuando se transforma en ogra.
En cambio, quien pensó en que esto podría/pudiese ocurrir alguna vez fue Vicentico, que no se complicó la vida, ahorró un par de dólares en grabaciones y escribió: “Vos sabés, cuánto te deseaba, cuánto te esperaba no si vos sabés”.
En conclusión, no quiero cagarle la existencia a nadie así que decidí no volver a tratar el tema para que Luis Miguel y algunos otros, se ahorren algunos pesos en regrabar canciones y devolverle a la gente sus discos corregidos.

martes, 28 de octubre de 2008

Arjona botonaso...

Me cago en Arjona. Antes estaba todo bien con el tipo, es más: me encantaba escuchar sus canciones cuando estaba mal. Me sentía muy identificado. Escuchaba cualquier tema y decía: “La hija de puta le hizo lo mismo que a mí”. Pero ahora… ahora es distinto. Lo tengo montado en la punta de un huevo.

El otro día charlaba con un amigo (Mili, que no es amiga, es amigo… es una incógnita el por qué le pusieron apodo de mujer a ese chico) y llegué a la conclusión de que empecé a odiar a Arjona desde que escuché con atención el tema “Dime que no”. Una vez analizado el tema, comenzaron a pasar cosas raras. Las mujeres me decían que no, pero me lanzaban “un si camuflajeado”. Y empecé a sospechar, y me empecé a perseguir… “esta mina me dice que no, pero ¿me estará diciendo que si? Mmm… má sí yo me mando…” así me iba también, a veces bien, a veces mal.

Y empecé a descubrir un patrón:

- Hola flaca ¿cómo andás?

- Mal.

- Bueno, pero seguro que ya vas a estar mejor.

- No.

- Qué negativa… ¿querés bailar?

- No.

- ¿Viste que sos re negativa?

- No.

- Bueno, te lo digo: Sos re negativa.

- Bueno.

- ¿Querés tomar algo?

- No tomo.

- Pero yo no te dije si querías tomar alcohol, yo te pregunté si querías tomar algo.

- Ah bueno… No.

- Andá a cagar.

Así que después de esto le digo a las chicas: Basta, basta. No nos gusta que nos digan que no. Odiamos las histeriqueadas. Arjona, te odiamos. Ahora todas las minas piensan que somos masoquistas como vos.

domingo, 19 de octubre de 2008

La maldición de la paloma negra.

Por lo general, toda historia de terror o suspenso comienza con una muerte. Este es el caso del día que arruinó mi racha.

Me desperté una mañana primaveral muy temprano para salir a trabajar. Lo primero que vi fue el techo de mi habitación, blanco como el sueño que había tenido esa misma mañana. Al cabo de unos escasos minutos de fiaca, incliné mi cabeza hacia la ventana y descubrí el hermoso día soleado que estaba creciendo poco a poco con el movimiento cíclico del sol. Pero más allá divisé una oscura silueta molesta para esa hora y mi cerebro, confuso por el repentino despertar, no atinó a hacer otra cosa que eliminar esa figura. Aún dormido, me paré, tomé del frío cañón del rifle que estaba junto a la ventana, apunté y disparé sin saber por qué. Cuando quise darme cuenta de lo que había echo era tarde. Se veía un plumerío flotando sobre los cables que atraviesan la calle de mi casa. Había matado a una inocente paloma.

Un tanto aturdido, comencé mi día pensando en el triste destino de ese pobre pájaro. Cuando salí del baño llevé el rifle lejos de mi habitación para no volver a cometer un crimen similar. Después de todo ¿Quién era yo para decidir el destino de un indefenso animal? Con una angustia melancólica, subí a mi auto y fui a trabajar. El viaje estuvo bastante accidentado. Como nunca, ese día a esa hora, el tráfico era un infierno. Varios motociclistas quisieron suicidarse bajo las ruedas de mi vehículo. Algunos peatones insultaban a mi madre y los animales habían revolucionado el arte de cruzar las calles. En fin, llegué sano a trabajar y nada me sucedió, pero esa rara sensación de que algo iba a pasar estaba latente.

El día transcurrió bien durante las primeras horas, pero el reloj se fue cansado y comenzó a darme algunas señales. Todo lo que tocaba se rompía, todo lo que hacía estaba mal, todo lo que pensaba era macabro. Desde ese día, mi vida es un desastre. Desde ese día no hago nada con ganas y por consecuencia, no hago nada bien. Desde ese día comencé a odiar a la paloma por la cual había sentido lástima. Desde ese día cargo con la maldición de la paloma negra.

martes, 14 de octubre de 2008

Quiero re truco...

Hace tiempo que dejé de escribir para mí. Hace tiempo que me piden que redacte algo, me ponen reglas y nada sale como yo quiero. Hace tiempo que este blog está desactualizado. Creo que de eso se trata ser publicitario ¿no?

Nunca aprendí a jugar al truco, juego bien considerado en asados y reuniones sociales argentinas, pero no me siento mal por eso. La casita robada me aburre, para la escoba soy muy bruto y no me gusta barrer. Jugando al desesperado me desespero. El póker no me llama la atención y para jugar al chancho soy muy lento. Pero ayer, lunes feriado similar a un domingo (o peor), tiré todas las cartas sobre la mesa. Creí tener escalera real y por esas vueltas de la vida, descubrí el mal jugador que llevo dentro. No tenía ni un par, nada para mostrar y sin embargo mostré.

Desconociendo mi ignorancia, esperé una respuesta de rendición a mis pies, pero claro eso nunca iba a pasar. La respuesta no fue clara, pero la entendí hoy cuando averigüé y descubrí que soy un pésimo jugador. Tal vez debería sentarme a estudiar las cartas, pero sólo tal vez.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Proyecto raro de mujer.

Los brazos chiquitos pero el corazón grande y averiado. Así estaba cuando la encontré. Quería abrazarme pero no podía. Yo quería besarla pero no me dejaba. Sus ojos grandes y llorones me hablaban de amor, canciones rotas y veredas desalineadas. Su voz no era dulce pero sí armoniosa y melódica. Nunca una sonrisa en la cara, nunca un gesto de agrado ni de pasión. Pero como dice el dicho: “La procesión va por dentro”. Así, siempre supe que no me hacía falta ver su cara para escucharla, para entenderla o para sentirla.

Desde que la conocí nunca dejó de llamarme la atención. Un proyecto raro de mujer. Las cosas simples la hacían feliz y las complejidades le encantaban. Yo era un tipo simple, pero evidentemente no la hacía feliz, o por lo menos no como yo quería. Tras largos ratos de divagar por mi cerebro vislumbré el problema y el por qué: Tal vez no era un buen cirujano.

sábado, 2 de agosto de 2008

La batalla de freud

Y estaba ahí, parado sin hacer nada. La cabeza a mil, los pulmones segregaban nicotina ácida, el corazón latiendo a mil y yo seguía ahí. Hacía frío, la abracé y no supe qué hacer. La mente en blanco y puro ello surgiendo de mis entrañas. Pura inconciencia nacía de mis más profundos sentimientos, sentimientos que ni yo conocía.

En un momento salí de mí y comencé a mirar de afuera. Mi cuerpo se alejó un poco, como si estuviera tomando envión. Nos miramos, me hizo un gesto y sin querer tropecé sobre su boca. Ya era tarde, todo lo que había pensado la semana anterior se vino abajo. Me olvidé del cigarrillo, del corazón y de mi conciencia.

Cuando volví en mí seguía ahí. Me dí cuenta de lo que había hecho y no atiné a otra cosa que excusarme con las mismas palabras de telenovela con las que todos piden perdón. Pero lo hecho, hecho está. Esa noche no sé qué pasó, pero todo perdió sentido y nada de lo que estaba viviendo parecía realidad.

Negligencia, descuido, metida de pata o tropezón. Llámenlo como quieran, para mi fue un error. Error que pagué caro.

lunes, 30 de junio de 2008

Aplausos

Estos son algunos aplausos para la gente que quiero mucho. Si me olvidé de alguien por favor, que ese alguien avise y lo agrego, pero me maté pensando y creo que están todos:

- Un aplauso para el Guille que siempre termina llevándome a casa.

- Un aplauso para mi sobrina que todos los días me saca una sonrisa.

- Un aplauso para mi vieja que es una maestra.

- Un aplauso para Juli que me deleita con sus fotos.

- Un aplauso para el profe de psicología que me aprobó a pesar de no saber nada.

- Un aplauso para mi viejo que cada vez que renuncio me da laburo.

- Un aplauso para mi hermana que me hizo acreedor de una guitarra.

- Un aplauso para las chicas de Mendoza que no dudaron en encarabanarse con nosotros.

- Un aplauso para el Nacho que se animó y volvió de España.

- Un aplauso para Fachy que siempre toca lo que quiero (en la guitarra, no sean mal pensados).

- Un aplauso para el Rulo que va a ser papá.

- Un aplauso para el señor B. que dice que soy un gordito bueno.

- Un aplauso para Juanpy que es el mejor pirata rengo.

- Un aplauso para Pablo y Fer, dos humoristas natos.

- Un aplauso para los chicos de la facu que me hacen cagar de risa.

- Un aplauso para la gente de ex Crackpot que hacían de las tardes laborales una reunión de amigos.

- Un aplauso para los primos de al lado que nos criamos como hermanos.

- Un aplauso para el Chavo del ocho que colaboró con mi niñez.

- Un aplauso para la chica del sábado a la noche que creyó que sabía hablar en portugués.

- Un aplauso para los carritos de choripan que siempre matan la gula. Los amo.

- Un aplauso para los muchachos del taller que siempre me hacen reír cuando pasa una mina.

- Un aplauso para mi tía que me vendió un 306 que parte la tierra.

- Un aplauso para Poco Yo que tranquiliza a mi sobrina cuando llora como loca.

- Un aplauso para la Ceci que está re loca y se cree cantante de ópera (nada que ver con las galletitas)

- Un aplauso para el Cachi que juntó coraje y se operó.

- Un aplauso para el Seba que me regaló un cuenta ganado de Axe.

- Un aplauso para mi abuela que cocina como abuela.

- Un aplauso para mi cerebro que se jugó y pensó en todos los que merecían aplausos.

- Un aplauso para Anita que rockea.

- Un aplauso para los Simpson que todos los días a las nueve me llevan a otro mundo.

- Un aplauso para Noti que me enseñó a escribir.

- Un aplauso para los chicos de Collegium que a pesar de los años siempre están.

- Un aplauso para el Ale severini que me sacó a dar una vuelta en un descapotble.

- Un aplauso para Ari que todo el mundo cree que es mi novia pero no lo es.

- Un aplauso para todos los que se merecen un aplauso por hacerme lo que soy.

viernes, 13 de junio de 2008

Como pan y manteca

Como pan y manteca, como cigarrillo y café, como lápiz y papel, como agua para chocolate, como panceta y colesterol, como vino y salame, como fernet y coca, como imán y heladera, como pulga y perro, como cubierta y asfalto, como verdad y vereda, como escoba y balde, como computadora e Internet, como sangría y limón, como cuchillo y tenedor, como zapato y media, como luna y sol, como beso y abrazo, como amor y pasión.

Como todo eso éramos… ¿Qué nos pasó?

Otra vez sopa

Malditos fantasmas del pasado que me hacen creer que todo está superado, pero cuando aparecen ¡paff! La cabeza contra la pared de nuevo. No puedo creer que la boludez humana sea tan amplia. Tropezar dos veces con la misma piedra sería poco. Dejarse engañar dos veces es demasiado. La crueldad con la que carga el ser humano es magnífica. No se puede creer que el mundo gire tan rápido, que hasta no nos damos cuenta que volvemos a pasar mil veces por el mismo lugar.

La soberbia con la que los hombres dibujan el mundo se deja llevar por una mano injusta. Pero como dice el viejo dicho: “La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”. Así me pasa a menudo y lo feo es que no aprendo nunca a desconfiar. ¡Paff!, ¡Paff! Y ¡Paff! La cabeza contra la pared doscientas veces.

Debería empezar a aprender a vivir solo y a regocijarme en mi abyecta soledad. Porque como me dijo alguien: “Siempre vas a estar solo”. Se ve que tenía mucha razón.

jueves, 15 de mayo de 2008

Julieta

Julieta nunca sabía con qué se iba a encontrar, por eso siempre que salía cargaba en la cartera su máquina del tiempo. Hacía unos pasos y clic. Hacía dos paso y clic.

Nada la hacía sentir tan viva como apretar ese botoncito y disparar al abismo. Nada la hacía sentir tan bien como capturar un momento en su pequeña máquina del tiempo. Tal vez lo que era un insignificante instante para algunos, era para ella el más bello que había visto hasta que hacía dos pasos más y clic, otro momento inolvidable.

Tumbas, estatuas y paisajes modelaban para ella a su paso. Todo parecía frenarse mientras ella caminaba. Tres pasos y clic. Una flor y clic. Un beso, un pensamiento, una canción y clic.

Cuando estaba lista decidía volver. Llegaba a su casa, vaciaba su cartera y cuidadosamente miraba su máquina del tiempo. Era feliz mientras echaba un vistazo a esos enjaulados momentos. Y más feliz la hacía pensar que los iba a poder recordar por siempre.

Yo la conocí de una manera muy extraña. Yo la conocí con mi propia máquina del tiempo.

martes, 13 de mayo de 2008

Dudas existenciales

- Si la religión es el opio de los pueblos ¿qué será entonces la marihuana?

- ¿Cuánto cuesta un huevo Kinder?

- ¿Cuánto dinero invertí en ositos y chocolates para mujeres? Al pedo.

- ¿Por qué ET quería hablar por teléfono? Hubiese mandado un mail.

- Esta es de un amigo: ¿Por qué los perro cojen en la calle y vos no querés ni ir al telo?

- Alf ¿Era un enano disfrazado o un robot?

- ¿La cerveza Liberty aún existe? Y si existe ¿Quién la consume?

- ¿Alguien sabe dónde venden chicles Puaj?

- ¿A dónde va la gente cuando llueve?

- ¿Dios existe?

- Si entre hubiese y hubiera no hay diferencias ¿Para qué están las dos? Nos quedemos con una sola, no nos compliquemos la vida.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Una buena metáfora

El amor es así nena. Nos seduce, nos lleva a su casa y nos mete en su cama. Cuando estamos desnudos y muertos de frío nos tapa los oídos para que no escuchemos nada. En el momento que nos descuidamos un poquito, se encarga de vendarnos los ojos y ya no podemos ver. Pero nuestro sensual secuestrador comete un error: Nos deja la boca al descubierto.

jueves, 1 de mayo de 2008

Cortate el pelo cabezón

No recuerdo bien cuando fue. Tampoco me acuerdo bien por qué pero decidí dejarme la barba. Quizá por vagancia. Le pregunto a los hombres: ¿No es terriblemente molesto tener que afeitarse cada dos o tres día? Acá una mujer podría saltar tranquilamente diciendo: “¿y nosotras que nos depilamos, nos maquillamos, sufrimos con la cera caliente y demás torturas?” la verdad yo las admiro.

Volviendo al tema, cuento que me dejé estar por un año más o menos. Opté por el “naturismo” casi un año. Lo único que hice por mí, fue cortarme el pelo cuando se me chiflaba el moño y recortarme la barba cuando mi vieja se ponía en hincha pelotas. Así tiré un año excusándome y fingiendo que no me importaba, cuando en realidad sólo era por vagancia. Una vez llegué a decir que mi barba traía buena suerte a quien la tocara o que era como el pelo de Sansón pero en vez de darme fuerza, me inspiraba creativamente. En fin, fueron locuras del momento para sentirme bien y de paso hacer reír a los demás.

La cosa es que un día, me desperté para ir a la universidad y tenía como una hora hasta embarcarme en ese pesado y rutinario viaje. Entonces me bañé, me paré frente al espejo y dije: “uau”. En ese momento me di cuenta de que el tiempo pasa rápido, de que el jabón se había caído fuera de la bañadera y de que me tenía que afeitar. Como digo siempre: se me chifló el moño, desempolvé la maquinita de afeitar, me la apoyé en la mejilla y pensé: ¡Ahí vamos! Inmediatamente recordé el disco de Cerati.

Cuando terminé me enjuagué la cara, me acerqué temeroso al espejo y me asusté. El que estaba ahí no era yo. Era un maniático empedernido que se había metido en mi espejo a querer robar mi cara, o lo que quedaba de ella. Me quedé mirando el espejo cinco minutos más y no lograba convencerme de que ese tipo era yo.

Bajé las escaleras de casa con inseguridad. Desde el pasillo se escuchaba la tierna voz de mi sobrina, que en realidad no dice una palabra y deduje que también estaría mi hermana. Junté coraje y pasé el umbral. Mi hermana me miró sorprendida e inmediatamente expresó que le gustaba más. Pero a mi sobrina no la noté tan convencida. La alcé para saludarla y comenzó a llorar descabelladamente. Vacilé un poco y me fui derecho a la facultad.

Cuando llegué todo el mundo me miraba, era como el bicho raro. Si en la universidad hubiese un periódico, habrían publicado: “Emiliano Piotto, un joven estudiante de publicidad de nuestra universidad, hoy se afeitó”. Cuando me encontré con mis amigos todos me tocaban, me acariciaban la cara y me decían que estaba más lindo. Igual yo no les creí mucho. A medida que pasaba el día más personas se acercaban y me decían: ¡Ay, te afeitaste! En un principio sonreía y daba una explicación. Pero al numero quinientos que vino a decirme lo mismo pensaba: “No boludo, me caí de la moto y me raspé toda la cara contra el asfalto, mirá qué lindo que me quedó”. Hubo una chica que no sé bien quién es que me dijo: “Ahora estás bien parecido”. No atiné a preguntar otra cosa que: “¿Bien parecido a quién?”. Si, soy un boludo, pero a quién se le ocurre decir eso en vez de un “ahora estás más lindo”.

Volví a casa convencido de que mi iniciativa era la correcta y me acosté a dormir pensando en que al otro día, mis compañeros de la universidad me acosarían queriendo tocarme la cara y diciéndome que estaba más lindo. Por cierto, eso no pasó.

miércoles, 2 de abril de 2008

3, 2, 1 top top top

La culpa de todo la tuvo mi viejo ¿Quién lo mandó a llevarme al rally cuando yo apenas cruzaba mis primeros inviernos? ¿Quién lo mandó a meterme en el mágico mundo de motores y fierros que rugen como pumas entre las místicas montañas cordobesas? En realidad, estas preguntas son irrelevantes a esta altura. Soy un apasionado del rally. No de los fierros en general, no me desvivo por ir a una carrera de TC2000, tampoco soy de esos que se la pasan franeleando el auto todo el día, pero si me declaro adicto al rally, al asado, a la montaña, a los amigos y al fernet.

Hace ya más de tres años que no voy con mi padre a ver esta carrera. Ya está viejo y no se banca mucho pasar la noche helándose las orejas. Ya no quiere embarrarse ni esperar diez horas a que pase un auto. Él dice que ya está cansado de ver autos (vale aclarar que mi papá hace más de 40 años que es mecánico), pero para mi está viejo y no lo quiere admitir.

La cosa es que en estos últimos tres años, he disfrutado del rally como nunca. Terminé de descubrir lo que sucede en ese mágico mundo de tribunas improvisadas en las laderas de las montañas. He aprovechado cosas que cuando iba con mi padre no las podía hacer. Por eso es que estoy aquí, para escribir algunas explicaciones de lo que es el Rally. Vale aclarar que se nombrará varias veces la palabra “Fernet”, no reconocida por el corrector ortográfico de Word. Básicamente, esta palabra describe a un aperitivo que se prepara con hielo y Coca-cola. Más adelante nos referiremos más detalladamente al ritual del preparativo de esta bebida.

La carrera y sus preparativos

La carrera siempre comienza un día jueves de cualquier semana del año. Pero para los fanáticos comienza un mes antes, cuando se empiezan a realizar los primeros preparativos para la gélida estadía en la montaña: Primero se convoca a la tropa, en base a esto se tiene en cuenta la cantidad de vehículos necesarios para realizar el viaje. No cualquier automóvil está preparado para tal expedición, por eso se descartan los más ancianos y los más pequeños. Cuando la selección de vehículos concluye, se da paso a la eliminación de personal menos capacitada para ir a la carrera: ancianos, aburridos, vagos y demás. Una vez echa esta clasificación de viajantes, se dispone a realizar la recaudación del dinero correspondiente y la compra de bienes necesarios.

Un día antes de la carrera las ansiedades comienzan a dar a luz algunos nervios y ganas de retirarse del trabajo temprano. Cuando llega el día, el reloj marca la hora indicada y comienzan las llamadas a celulares, el rejunte de objetos necesarios: Parrilla, carbón o leña, cubiertos, nylons, linternas, papel higiénico, cartas, heladerita, los víveres, el fernet, etc. Se carga todo en los automóviles, realizando una perfecta distribución de lastre según la categoría de vehículo. Cuando todo está listo, el personal se acomoda en sus butacas correspondientes y así comienza el viaje.

El viaje

Se enciende el estereo (también llamado musiquero, buiero o simplemente radio), y en los parlantes de la luneta trasera, comienza a sonar la típica transmisión AM, para mantenerse informados de las novedades del acontecimiento.

Algunas que otras paradas técnicas, y se llega al lugar. Los nervios empiezan a adueñarse de los organizadores cuando el personal policial, informa a los ocupantes de los vehículos, que el circuito está cerrado. Esto sucede con frecuencia, cuando la partida desde Córdoba se demora. Pero no hay de qué preocuparse porque siempre se tiene un plan B.

Finalmente se logra introducirse en el prime y todos los viajantes son felices, comienzan los festejos, felicitaciones y la búsqueda de un lugar adecuado: una curva bien cerrada, con barro si es posible y con muchas posibilidades de ver un verdadero espectáculo. Claro está que por lo general, la llegada al circuito es de noche y estos lugares son difíciles de identificar.

Campamento

Se arma el campamento y se discuten lugares y formas de armar un refugio. Cuando se llega a un acuerdo, se prende el fuego y así comienza la magia.

Ya todo está listo y se asignan tareas: Uno prende el fuego, otro lo supervisa, alguien termina con los retoques del campamento y por último, se busca al indicado para preparar el fernet. Aquí nos detendremos un momento para explicar este ritual: Se consigue una botella vacía de Coca-cola, se le aplica un corte horizontal a la mitad de la misma y quien dice saber del tema, realiza un doblez al plástico, para obtener un pico al mejor estilo jarra. El recipiente que obtendremos de este proceso lo llamaremos “caña”. Una vez terminado, se depositan un par de hielos en el fondo de la caña y se vierte una medida de fernet (aproximadamente, la relación fernet-coca, es de 30%-70%). Cuando la medida del aperitivo está lista, la caña se inclina a 45º y la Coca-cola se derrama en el recipiente lentamente para no generar una molesta espuma. Una vez llena la caña, se echa un chorrito de fernet sobre la espuma para erradicarla por completo. Así concluye la realización del fernet, una bebida típica del campeonato mundial del rally en Córdoba Argentina y la noche transcurre entre fernet, asados, mucho frío y amigos.

La competencia

Para quienes no saben, el rally es una competencia por tiempo. Esto quiere decir que no gana quién llega primero, sino el que menos tiempo realizó. Los circuitos por donde se corre esta carrera no son cíclicos, tienen un punto de largada y otro de llegada. A diferencia de la mayoría de competencias automovilísticas, donde los autos de carrera transitan todos juntos, los vehículos de rally corren solos y los verás sólo una vez (con la salvedad de que el tramo se corra dos veces).

Entonces, aquí surge la pregunta más normal en los desentendidos del tema: “¿Qué gracia tiene pasar toda la noche en la montaña, morirse de frío, llenarse de barro y muchas otras cosas más, para ver pasar a un auto a 100 Km./h una sola vez?” yo les respondo que aquel que nunca vivió la experiencia, nunca sabrá de qué se trata esta pasión. Hay algo de magia en esos vehículos que cuando se van, querés que vuelvan a pasar una y otra vez. No sé cómo explicarlo, pero es increíble.

Luz, cámara, acción

Una vez pasada la noche, una vez preparado el fernet, una vez comido el asado, todo el mundo se predispone a encontrar un lugar en las gradas improvisadas. Faltando una hora para que pase el primer vehículo, comienzan a circular las camionetas de la policía junto a los “veedores”. Estos, son el personal de la organización del Rally, que verifican que el público esté correctamente ubicado detrás de la famosa cinta verde. Es preferible portarse bien mientras estos individuos circulan, ya que podrían cancelar la prueba y uno ganarse algunos insultos con golpes de puño. En este sentido la gente es muy conciente y ayuda a mantener el orden propiciando insultos a quienes se encuentran mal ubicados. Por eso si vas al Rally nunca te ubiques detrás de la cinta roja, ese es un buen consejo.

Ya todo está listo y la función a punto de empezar. Las radios AM suenan a todo volumen y la gente se informa. El locutor gangoso dice: “La primer máquina está ubicada en el sector de largada, ya todo está listo y en un momento le darán la señal. Escuchemos el motor (ruido a caño de escape libre)…” todo el mundo comienza a emocionarse y a excitarse con ese sonido tan particular del auto de Rally. El locutor AM vuelve y dice: “3, 2, 1, top top top”. Esa es la frase para saber que todo empezó. El ruido a motor ya no se escucha en la radio, sino rugiendo a pocos metros en la montaña. Se escucha un grito unísono en la gente que se ubica más adelante y todo el mundo comienza a gritar “AUTO, AUTO”. En pocos segundos, ves a esa máquina derrapar velozmente en esa curva a 90º. Los brazos se agitan, y todo el buen comportamiento obtenido anteriormente se va con ese auto que acaba de pasar. Lo único que dejó esa máquina, es tierra suspendida en el aire que se ubica en tus fosas nasales lentamente, pero nada te importa.

Cada dos minutos, pasa un nuevo vehículo y cada vez más lento. Con cada paso, vas agudizando la vista y entendiendo más de qué se trata el tema. Al final, quedan sólo los rezagados, los que pasan en autos más viejos y que sólo brindan espectáculos por su mala calidad de manejo. Es ahí cuando se emprende la retirada, ya no queda nada por hacer y nada por decir. Cada uno ayuda a recoger campamento y la vuelta en el auto es silenciosa. Nadie dice nada, pero todos saben que están angustiados porque habrá que esperar un año para volver a verlos.

Reflexión

El Rally no es simplemente una carrera, donde pasan autos y nada más. El Rally atañe a una gran cultura, todos los preparativos y rituales hacen de esta competencia un momento inolvidable.

Es muy común que la gente se embriague en la montaña y comience a gritar chistes al pasar, con la chispa que nos caracteriza a los cordobeses lo que hace de esta carrera algo único.

Como dije muchas veces, la combinación “Amigos, autos, fernet, asado y montaña”, es perfecta. Todo el mundo del Rally, es mágico. Ver cómo una persona puede manejar un auto que va a más de 200 Km./h en un camino de tierra y muy sinuoso es increíble. Saber que el Rally de Córdoba es la carrera del campeonato mundial donde más concurre gente en el mundo nos enorgullece y pensar que el año que viene se vuelve a correr el Rally, nos llena de ansiedades.

(Nota al lector: Quise escribir algunas memorias del Rally, pero descubrí que para que sean interesantes tienen que ser contadas. Queramos o no, una hoja o un procesador de texto, nunca va a poder hablar ni realizar gestos. Si usted desea que se las cuente sólo contácteme).

domingo, 23 de marzo de 2008

Un domingo como cualquier otro

Hoy me levanté con esa amarga sensación de que no lo tendría que haber hecho. Estaba soñando con mi antigua casa de campo, aquel lugar donde disfrutaba del mundo, o tal vez soñaba con ese perro que supe tener en los años de mi infancia. Realmente no lo sé. Me acordé de que tenía que vivir, abrí un ojo y no quise salir al mundo. Me quedé un ratito más, pero en algún punto siempre supe que era tarde.

Me levanté, me bañe para estar de mejor humor pero no funcionó. Intento fallido.

Salí a la calle a ver ese sol que hacía tanto no encontraba y me quedé un rato pensando en qué iba a hacer durante el día. Ahí descubrí que para sobrevivir a él debía huir de casa porque el horno no estaba para bollos. Levanté la vista y descubrí un cortejo fúnebre.

Me puse a pensar a dónde podía escapar y no encontré un paradero. Estaba destinado a quedarme en casa y sufrir las hostilidades de mi loca familia. Llegó mi abuela y me deprimí más aún cuando dijo que estaba gordo, ella siempre aportando esos comentarios que te ayudan con tu autoestima.

Fumé el primer cigarrillo de la mañana y disfruté de cada bocanada, hasta que llegó mi padre diciendo: “Estás fumando mucho vos, te vas a cagar muriendo”. Arruinó mi momento de placer y se fue. Apagué el pucho, levanté mi pesado cuerpo del sillón y fui a comer.

El día transcurrió y yo no pude escapar.

Intento cambiarlos, pero los domingos son así. Fríos, solitarios, lluviosos, desagradables e incomprensibles.

lunes, 3 de marzo de 2008

¿Viste cuando el mundo se te viene encima?

En este caso voy a reciclar un post de fotolog que viene bárbaro para este momento:

¿Viste cuando el mundo se te viene encima y no lo ves? Cuando llega tenés que poner las manos y decir: ¡Que sea lo que dios quiera! Te afirmas al piso, doblas las rodillas para resistir el impacto y lo agarras. Sudando contenés la respiración contás hasta diez y si todo sale bien y las estrellas se alinean a tu favor, lo volvés a tirar a la orbita para que se deje de joder hasta que vuelva de nuevo. La próxima vez jurás que vas a mirar al cielo para prevenir esa maldita nostalgia de no saber que mierda va a pasar: si lo vas a poder contener, si lo vas a esquivar y dejar que se haga mierda contra el piso o simplemente vas a dejar que te aplaste.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Paredón

El lío empezó cuando navegando en un bosque, detrás de un árbol la encontré. Era la flor más linda de la primavera, la princesa de todas mis utopías, aunque todavía yo no lo supiese. El tiempo transcurrió y yo cada vez mejor, pero ella cada vez peor.
Su silencio envenenaba mis oídos, y su voz hacía temblar mi dolor. En ese momento me di cuenta. Poco a poco nada salió bien, todo estaba tan cruzado, que decidí volver al paredón de la soledad y cuando estaba entrando la encontré.
Tan linda como aquella vez en el bosque, tan sola como aquella tarde de septiembre. Me acerqué, la abracé y desapareció.
Aún hoy me pregunto si esto realmente pasó, si ella estaba ahí, si yo la abracé o simplemente si mi imaginación me jugó una mala pasada.
El paredón sigue igual, el aerosol que dice “alguna vez fue amor” sigue tan intacto como cuando lo escribí ¿Será que acá el tiempo no pasa?