domingo, 19 de octubre de 2008

La maldición de la paloma negra.

Por lo general, toda historia de terror o suspenso comienza con una muerte. Este es el caso del día que arruinó mi racha.

Me desperté una mañana primaveral muy temprano para salir a trabajar. Lo primero que vi fue el techo de mi habitación, blanco como el sueño que había tenido esa misma mañana. Al cabo de unos escasos minutos de fiaca, incliné mi cabeza hacia la ventana y descubrí el hermoso día soleado que estaba creciendo poco a poco con el movimiento cíclico del sol. Pero más allá divisé una oscura silueta molesta para esa hora y mi cerebro, confuso por el repentino despertar, no atinó a hacer otra cosa que eliminar esa figura. Aún dormido, me paré, tomé del frío cañón del rifle que estaba junto a la ventana, apunté y disparé sin saber por qué. Cuando quise darme cuenta de lo que había echo era tarde. Se veía un plumerío flotando sobre los cables que atraviesan la calle de mi casa. Había matado a una inocente paloma.

Un tanto aturdido, comencé mi día pensando en el triste destino de ese pobre pájaro. Cuando salí del baño llevé el rifle lejos de mi habitación para no volver a cometer un crimen similar. Después de todo ¿Quién era yo para decidir el destino de un indefenso animal? Con una angustia melancólica, subí a mi auto y fui a trabajar. El viaje estuvo bastante accidentado. Como nunca, ese día a esa hora, el tráfico era un infierno. Varios motociclistas quisieron suicidarse bajo las ruedas de mi vehículo. Algunos peatones insultaban a mi madre y los animales habían revolucionado el arte de cruzar las calles. En fin, llegué sano a trabajar y nada me sucedió, pero esa rara sensación de que algo iba a pasar estaba latente.

El día transcurrió bien durante las primeras horas, pero el reloj se fue cansado y comenzó a darme algunas señales. Todo lo que tocaba se rompía, todo lo que hacía estaba mal, todo lo que pensaba era macabro. Desde ese día, mi vida es un desastre. Desde ese día no hago nada con ganas y por consecuencia, no hago nada bien. Desde ese día comencé a odiar a la paloma por la cual había sentido lástima. Desde ese día cargo con la maldición de la paloma negra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno amigo antes que nada te felicito por la pagina esta muy buena. Las historias estan barbaras con algunas te reis y con otras te bajoneas un poco pero en definitiva son buenisimas. Espero que tu imaginacion siga creciendo asi esta pagina tambien. Un abrazo. Lautaro