lunes, 4 de enero de 2010

Las quemaduras de mi primer Dakar

Dicen que las primeras veces duelen. Esta no es la excepción. Curioso e iluso acepté una invitación al Rally Dakar que se disputó, acá en Córdoba. El destino: Ciénaga del Coro (el pueblo más caliente de Córdoba).
El rally fue sólo una excusa para pasar un buen momento entre amigos, Fernet y campo. Los autos muy lindos, pero lo interesante fue el viaje. Un trayecto, por así decirlo, “Místico”. Por empezar, contemos la primer foto: En la puerta del hogar de Fede, Edu se dispone a capturar la primer imagen del fin de semana. La idea era que saliéramos todos en el auto, antes de partir. La consigna estaba dada, la cámara enfocada y un dedo disparó. Nos aventuramos a mirar la pantalla de la cámara. En ese momento Fede se palideció. Preso de una premonición, tuvimos que convencerlo de que no se bajara del auto. Al mejor estilo “Destino Final”, la fotografía mostraba a todos los integrantes del contingente, menos a Federico, que salía tapado por un rayo rojo. Creer o reventar, a Fede no le pasó nada.
Llegando a destino, hacemos cola para entrar al pueblo. Nos cobraron $20 y accedimos. Lo primero que encontramos al ingresar al pueblo, fue el cementerio. Todos callamos. Ninguno se atrevía a decir nada. Típica necrópolis de pueblo. Tan tétrica como una mesa de examen. Estacionamos en un playón y comenzamos a armar campamento. A medida que nos íbamos ubicando, encontrábamos zapatos. De mujer, de niños, tacos altos, mocasines, ojotas y todas las variedades de calzados. Miles. Desparramadas por doquier. Primero pensamos que se trataba de alguna ex fábrica de Sarkany, pero evidentemente esa no era la respuesta. Al amanecer, el misterio se hacía más evidente. Más caminábamos y más zapatos encontrábamos. Lo más raro fue cuando al carcomernos la duda, decidimos preguntarle a los baqueanos el por qué de tantos calzados. La respuesta fue: “No sé. Yo no sé nada”.
Raro. Tuvimos que volvernos con la duda. Titulamos el caso como: “El misterio de Ciénaga del Coro”. ¿Por qué estaban esos zapatos allí? ¿Por qué el cementerio estaba en la entrada al pueblo? ¿Por qué nadie quería decirnos nada? ¿Quiénes son los dueños de esos zapatos? ¿Por qué nadie murió atropellado por un auto del Dakar justo donde estoy yo? Preguntas que algún día, alguien, en algún lugar, sabrá responder. Mientras tanto, pasé un muy buen fin de semana. ¿Un consejo? Si van al Rally lleven protector solar, el Dakar quema.

No hay comentarios: